viernes, 21 de mayo de 2010

José María Castiñeira de Dios: la vida de una eminencia fueguina


El reconocido poeta argentino, José María Castiñeira de Dios, nació el 30 de marzo de 1920 en Ushuaia, integra la Academia Argentina de Letras, es miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Nacional de Periodismo y la Sanmartiniana.
Castiñeira de Dios fue apodado en su ciudad natal como “El Gallego” y vivió en ese lugar junto a sus padres y abuelos hasta 1927, en tiempos donde según él relató al diario clarín, había “cincuenta o sesenta casas de chapa y madera”, sentían un frío de locos, y de día veía pasar el tren con los presos que iban a buscar leña al bosque".
Cuando cumplió los siete se trasladó con su familia a Tres Picos, un pueblo de la Provincia de Buenos Aires donde curso hasta tercer grado. A los doce, tras la quiebra del almacén familiar, llegó a Buenos Aires y tuvo el encuentro que le cambió la vida. En la escuela donde lo iban a inscribir, no le reconocieron sus estudios. Salió llorando del colegio y ahí se lo encontró un maestro que escuchó su historia e intercedió para que lo admitieran.

"Me acercaba a vos como a un árbol, para recibir al menos tu sombra"

Bajo la tutela de L. Marechal, Castiñeira comenzó a garabatear versos y a los quince años sus primeros poemas. Entre los quince y los dieciocho le llevó varios por semana y él les devolvía otros con correcciones. Estas situaciones las definió poéticamente recitando en uno de sus poemas:”Me acercaba a vos como a un árbol, para recibir al menos tu sombra."
Marechal le prohibió publicar sus versos hasta 1938, cuando un jurado que integraban Eduardo Mallea, Francisco Luis Bernárdez y Alvaro Melián Lafinur le dan el "Premio al poeta laureado" en los Juegos Florales de Bahía Blanca.
Su primer libro apareció públicamente en 1942 y fue Del ímpetu dichoso. En ese momento trabajaba en una imprenta que iba a quebrar y sacó de apuro los primeros ejemplares de ese libro lleno de metáforas, "cuanto más rimbobmantes y gongorinas, mejor".
 

Castiñeira, Perón y Evita

Poco a poco, Castiñeira se desprendió de ese estilo que imitaba en temas y forma a los poetas del Siglo de Oro español. No publicó nada durante diez años, pero en esa década le pasa mucho: surge el movimiento justicialista, conoce a Perón y Evita y en 1950, con tan sólo treinta años, lo nombran Secretario de Cultura de la Nación.
Dos años más tarde publica Campo sur, un libro marcado por la poesía gauchesca y que tiene como novedad la apariciónde la anécdota en su poesía. En 1962, con la publicación de El leño verde y Cada día tendrá su pena, aparece por primera vez como un poeta maduro. "Estos dos son los libros del dolor, es el momento que empiezo a sentir la maldad de la gente. Ha caído Perón y he sentido la persecución. Estos poemas debieron ser un solo libro, pero uno es en verso libre y el otro en versos clásicos".

Su vida pública…

También ha sido presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). Se inició en las Letras de la mano de su maestro Leopoldo Marechal y desde los 18 años, produjo una veintena de libros. Entre ellos "Del Impetu Dichoso" por el que obtuvo el Primer Premio de Literatura de la ciudad de Buenos Aires, "Testimonio Cristiano", "Campo Sur" y "Del Amor para siempre"
En la función pública, ocupó cargos de Director General de Cultura de la Nación, Secretario de Estado de Cultura de la Nación, Director de la Biblioteca Nacional, Secretario de Estado de Prensa y Difusión.
También ha sido presidente de la Comisión para la Educación y la Cultura de la OEA y vicepresidente de la Comisión Nacional Argentina de la UNESCO.
En el año 2009 recibió la distinción de Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, por una vida de militancia peronista y católica, entre sus atributos mas apreciables.

"Ser fueguino", por José María Castiñeira de Dios.

¿Qué es ser fueguino? La pregunta implica una definición de identidad y más aún cuando esa identidad está en pleno proceso de formación. Recuerdo ahora el título de una obra de Marechal, Las tres caras de Venus. Sí, tres caras de mi tierra natal, Tierra del Fuego, donde nací hace 86 años, con padres y abuelos afincados en Ushuaia desde 1913, mi patria chica, la que me hizo poeta.
Tres tiempos históricos de la soledad y el desamparo: el primero desde su poblamiento por los nativos y los pioneros hasta la creación de la Gobernación Marítima del entonces territorio nacional; el segundo hasta la eliminación del presidio (“esa negra visión que aún me aterra” según Ricardo Rojas); y el tercero desde su provincialización con la Constitución de la Provincia de Tierra del fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en la década del 90, hasta hoy.

“Soy muy poeta, muy peronista y muy católico”

Para el poeta fueguino, la imagen de la dicha es un pesebre. Sus hijos al centro, al lado su "mujercita", una constelación de animales y los reyes magos (en su imaginario, Perón y Evita) que vienen a traer la dádiva alumbrados por la buena estrella.
Fue uno de los primeros 50 hombres que integraron la "Junta Pro-Candidatura del Coronel Perón", trabajó junto a Eva Perón en la Fundación, creó la "Peña de Eva Perón", después del golpe de estado de 1955 fue designado por Perón miembro del Comando Táctico en la Resistencia. Escribió "Las Antorchas", ""Volveré y seré millones" y "Requiem para Juan Domingo Perón".

Un fragmento de su vida, un poema elegido, una anécdota vivida y una misión cumplida…

El poema es el tercero y último de los Poemas paternales de El leño verde. Castiñeira lo mira y se lo lleva el recuerdo. "Esto es así: lo escribí cuando mi hijo tenía doce años y comenzó a sentir unos dolores en el cuerpo justo cuando cayó sobre Buenos Aires el drama de la poliomelitis. Escribí los poemas durante las cuatro noches en vela que pasé hasta que me dijeron que eran dolores de crecimiento. Después los publiqué en el diario Democracia".
La anécdota podría terminar ahí, pero continúa muchos años más tarde. Una tarde, un hombre con el discutía por un tema laboral, se sorprende al escuchar su nombre. Le pregunta si es el poeta, él contesta que sí y entonces el hombre saca de la billetera el recorte con el poema, para entonces una hoja de diario amarillenta, y se lo muestra. "Me dijo que él lo había encontrado una noche, mientras acompañaba a su hijo enfermo de poliomelitis, y que desde entonces lo llevaba consigo. Ahí sentí que se cumplía mi función de poeta".

Nota: Material bibliográfico utilizado. Clarín.com, wikipedia.org

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